lunes, 15 de febrero de 2010

primera vacilacion

Hoy estube pensando que quiza una de las cosas que nos identifican como seres humanos, sea la capacidad de traicionarnos.
Traición es una palabra desagradable desde la intencion misma de ella, pero asociada indefectiblemente a nuestra naturaleza humana, nos traiciona nuestra madre, al dejarnos salir a este laberinto de emociones, cuando tan acogedoramente podríamos permanecer en su útero, libres de culpa y cargo. Los científicos podrán alegar que el término del embarazo indefectiblemente desemboca en el canal de parto, pero yo creo que se trata de la primera traición de nuestras vidas, cuando nuestra madre, harta ya de habernos cargado durante nueve meses, nos despoja de la tranquilidad y seguridad de nuestro húmedo nido, obligándonos a partir de ese momento a transitar esta tierra de plagada de dobleces y falsías.
A partir de ese momento, la lista de traiciones a las que nos vemos sometidos, crece exponencialmente con los años que transcurren, desde la pequeña traición que significa el que nos saquen el pecho que nos alimenta, hasta las mas burdas e insignificantes, pero no menos dolorosas, esas que nos marcan en nuestro orgullo de hombres.
Nos traiciona nuestro amigo, cuando nos elige en último término para ser parte de su equipo de fútbol, nuestra maestra, que nos elige para actuar de árbol en el acto escolar, nuestra vecina, que nos promete una propina que nunca nos dará por hacerle algún mandado, y asi prodría seguir un largo rato enumerando toda una serie de pequeñas traiciones a las que nos vemos sometidos en nuestros años de inocencia, y que nos marcan para el resto de nuestras vidas, transformandonos , ¿sin querer?, en seres capaces de las mas viles agachadas.
Ni que hablar de las traiciones de nuestra adolescencia, la de nuestra primera novia, que un día decide que ya no nos quiere, dejándonos desvastados emocionalmente para el resto de nuestro viaje por estas tierras, las de nuestros compañeros de escuela, que no dudan un segundo en mandarnos al frente cuando corren el riesgo de sufrir alguna sancion colectiva, cuando cinco minutos antes festejaron alguna inocente broma que tubo como blanco a alguna profesora o autoridad, la de nuestro " mejor amigo", a quien le contamos algun secreto incofesable, sólo para causarle un ataque de risa capaz provocarle convulsiones a un muerto.
El tema da para mucho más, pero no quisiera traicionar a quien casualmente lea estas líneas, obligándolo a reflexionar en vano acerca de todas las veces en que, concientes o no, somos causantes de alguna traición o victimas de este mal de nuestro tiempo, presente ahora, y para siempre en nuestra naturaleza de seres capaces de raciocinio, y porque no de traidores...